LA LITERATURA BARROCA
Este enlace os mostrará un esquema muy sencillo sobre las características de la literatura barroca y sus principales autores, acompañado de juegos poeéticos.
ALFONSO X, EL SABIO
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NOMBRES CONTABLES E INCONTABLES
Los sustantivos se dividen en dos categorías
dependiendo de si se pueden combinar con numerales o no. En el primer
caso, se denominan nombres contables y en el segundo, nombres
incontables. Así, son perfectamente aceptables oraciones como las
siguientes:
(1) Le pusieron un guisante debajo de diez colchones de lana
(2) Pues a mí me pusieron tres sandías y ni me enteré
(3) Me quedan dos euros hasta final de mes
Esto nos indica que los sustantivos guisante, colchón, sandía y euro son contables. En cambio, las siguientes oraciones no son aceptables:
(4) Le pusieron un trigo debajo de diez lanas
(5) Pues a mí me pusieron tres mantequillas
(6) Me quedan dos dineros hasta final de mes
Los sustantivos trigo, lana, mantequilla y dinero
son incontables. Cuando quiero cuantificarlos de algún modo, tengo que
recurrir a medios léxicos, es decir, tengo que explicar con una o varias
palabras a qué porción de esa realidad me estoy refiriendo. Puedo coger
un grano de trigo, cortar un vellón de lana, añadirle a un pastel dos cucharadas de mantequilla o gastar grandes sumas de dinero. Estas combinaciones tienden a convertirse en secuencias típicas y estereotipadas (lo que se conoce como colocaciones).
Los sustantivos contables se suelen denominar también discontinuos o discretos. Los incontables, por su parte, también son conocidos como sustantivos de materia o continuos. Esto
se explica porque, típicamente, los primeros designan realidades que se
perciben como individualidades con unos límites definidos. En cambio,
los segundos se suelen asociar con realidades que se conciben como una
masa en la que no se aprecian límites precisos. Por eso puedo afirmar
tranquilamente que mi colchón es cuadrado, pero que me gustaría
cambiarlo por un colchón redondo. Incluso, aunque eso no exista en el
mundo, no me cuesta trabajo imaginarme una sandía cuadrada o un euro
rectangular. El tener una forma definida y unos límites concretos es
típico de los objetos a los que se refieren los sustantivos contables.
En cambio, resulta como mínimo extraño pensar en lana cuadrada,
mantequilla redonda, agua rectangular, etc. (a no ser, naturalmente, que
estemos pensando en una porción de esa materia y no en la materia
misma).
Sin embargo, no debemos dejarnos llevar por la tentación
de confundir cómo está hecha la lengua con cómo está hecho el mundo. Lo
anterior es solamente una relación típica. En última instancia, el que
un sustantivo sea contable o incontable no depende de cómo sea la
realidad que nombra, sino de cómo se categorice lingüísticamente esa
realidad. En este sentido, la lengua no es esclava del mundo, sino que
le impone sus propias estructuras. Basta con fijarse en los guisantes y
el trigo. En el mundo son realidades comparables. Si yo pongo encima de
la mesa un montón de guisantes y, al lado, otro de trigo, me encontraré
con que ambos están formados por la agregación de unidades de tamaños no
demasiado dispares. Las unas serán verdes y las otras amarillas; las
unas, redondeadas y las otras, aplanadas; pero por lo demás… Sin
embargo, los guisantes son contables y el trigo, incontable.
Es más, la categorización como contable o incontable presenta una gran variabilidad de una lengua a otra. Por ejemplo, mueble es contable en español (prueba, si no, a contar cuántos muebles tienes en el salón). En cambio, su equivalente inglés furniture es incontable y solo admite la cuantificación con ayuda del sustantivo piece (one piece of furniture), de manera semejante a como nosotros hablamos de una pieza de fruta. Al revés, gente es incontable en nuestra lengua, pero un inglés o un irlandés no tienen inconveniente en hablar de two people o three people.
La
diferenciación entre contables e incontables se complica en la práctica
porque sustantivos que, en principio, situaríamos en una de estas
categorías pueden reconvertirse para funcionar como si pertenecieran a
la otra. Así, los sustantivos incontables se convierten fácilmente en
contables para denominar objetos formados de la materia que designan. Es
lo que ocurre frecuentemente con pan, que admite su uso contable en oraciones como la siguiente:
(7) Acércate a la tahona y tráete dos panes
Otras
veces permiten referirse a ciertas cantidades de la sustancia en
cuestión, cantidades que, aunque no estén medidas ni tasadas en ningún
sitio, forman parte de las expectativas compartidas por los hablantes
dentro de una determinada cultura. Por ejemplo, si voy a la cafetería de
la facultad y pido un café, no es de esperar que me sirvan un
barreño de café con leche y tampoco sería una excusa válida en ese caso
el decir: “Es que usted no me especificó”. Sin embargo, estas
expectativas se pueden ver defraudadas rápidamente en cuanto salimos de
nuestro ámbito cotidiano. El hablante de español que pida un café con leche
en Alemania se puede encontrar con que le sirvan un tazón de café más
bien flojito, más apto para sumergir en él magdalenas que para
espabilarse.
Al revés, también se puede pasar los sustantivos
incontables por una trituradora imaginaria que los convierta en
sustantivos de materia. Eso es lo que ha ocurrido en expresiones como
las siguientes, donde una serie de sustantivos incontables aparecen
asociados a modificadores indefinidos que son típicos de los sustantivos
de materia (8, 9) o sin determinación alguna (10) en un contexto en que
un sustantivo contable la necesitaría:
(8) Me gusta esa tarta, pero no con demasiado piñón
(9) Un Jaguar es mucho coche para ti
(10) Échale manzana y verás qué rico sale
La diferencia de significado entre Échale manzana y Échale una manzana está en que en el primer caso estamos concibiendo esa fruta como una sustancia (de manera semejante a como podríamos decir Échale whisky). En el segundo, en cambio, se presenta como como una unidad, un todo redondo y acabado.
Estos
cambios de categoría acaban por convertir la noción misma de sustantivo
contable e incontable en una noción resbaladiza. Por ello se ha
propuesto toda una serie de pruebas que nos ayuden a identificarlos,
aunque ninguna es definitiva. Por ejemplo, una característica que se
utiliza a veces para diferenciar unos y otros es su relación con la
noción de ‘mitad’. Cuando los sustantivos son incontables, podemos
combinarlos con la idea de ‘mitad’ sin que pierdan su identidad. La
mitad del agua sigue siendo agua, la mitad de la gente sigue siendo
gente, la mitad del dinero sigue siendo dinero, etc. En cambio, esto
mismo no es cierto de los sustantivos contables. La mitad de una mesa ya
no es una mesa, la mitad de una cabra deja de ser una cabra, etc. Esta
prueba, no obstante, no nos ayuda demasiado con sustantivos que se
refieren a realidades abstractas. Resulta complicado pensar en cosas
como la mitad de una duda (sustantivo contable) o la mitad de la
abnegación (incontable).
En definitiva, la noción de nombre
contable e incontable, como tantas veces sucede en lingüística, es
intuitivamente clara, pero difícil de acotar con precisión en cuanto
descendemos al detalle.
EL ADVERBIO
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CONCEPTOS DE MÉTRICA
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de la MÉTRICA.
Para practicar todo lo que estamos aprendiendo en clase sobre la oración
simple, nos ayudaremos de la presentación que aparece a continuación:
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REPASA EL VERBO
En esta página encontrarás algunos ejercicios que te servirán para repasar los tiempos verbales de una forma entretenida y rápida
http://www.materialesdelengua.org/WEB/libros_interactivos/verbolim/verbo.html
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1 comentario:
profe entra todo lo que dimos
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